Michael Jackson: radiografía del rey fantasma

En las últimas semanas salió la noticia de un posible biopic sobre Michael Jackson, de la mano del productor de cine Grahan King. El emprendimiento automáticamente abrió el debate en redes sociales sobre si era “correcto” tal film, después de los últimos hechos que salieron a la luz sobre el fallecido rey del pop. Lo cierto es que su fantasma sigue atrayendo a la cultura popular a pesar de que han pasado diez años de su ausencia física.

Texto: Matías Irala

“Estados Unidos es el único país dónde un pobre niño negro, puede convertirse en una rica mujer blanca” justificaba un titular del diario Times en 2003, después de volverse viral una foto del rey del pop en tribunales de EEUU -dónde acudió acusado una vez más por un caso de abuso sexual infantil- con una apariencia bastante andrógina y delgada. El irónico titular pretendía hacernos entender una realidad más profunda: las infinitas posibilidades que permite el mercado americano de “blanquear” todo a su paso.

Para entender a Jackson hay que retrotraernos a su legado como “síntoma” en los 80, presagio pop de lo que sería la visión que sentaría Margaret Thatcher y Ronald Reagan en materia de exportación política neoliberal y primeros guiños de la creciente globalización.

El joven Michael logró colonizar la cultura popular con los ideales de la tierra del tío Sam, amparado por la creciente expansión del videoclip de la mano de MTV y la mercadotecnia capital. El trueque monetario a cambio de los productos relacionados al artista, permitían el acceso al american dream que proponían sus primeros materiales y que alcanzó su máxima cuota de desarrollo en su álbum History del 1995, plagado de alegorías patrióticas.

Para el crítico Jeremy Gilbert, Michael Jackson fue el inicio del capitalismo pop y la esquizofrenia de consumo que sentaría el movimiento económico durante el gobierno del presidente Reagan, ¿cómo se entiende esto? Solo basta mirar las ventas de Thriller –el álbum más vendido de la historia- en dónde la canción fue reproducida hasta el cansancio al punto de que pasó a segundo plano debido al arrollador marketing publicitario que hubo detrás de la imagen del cantante, demostrando así el traspaso de Michael a marca y motor económico.

Su cuerpo también pasó a estar inscripto dentro del mercado, culpa de una serie de intervenciones estéticas que iban agudizándose conforme pasaban los años. El devenir del Jackson “blanco” alimentó los titulares de la prensa, generando todo tipo de debates sobre si habría sido intencional o el resultado de alguna enfermedad. Lo cierto es que su transformación, pudo haber sido un terreno de conquista del pensamiento queer -corriente ideológica que establece que el género es una construcción social y no un resultado biológico- pero que lastimosamente quedó eclipsado por su disforia mediática y su tibio compromiso para justificar su metamorfosis a los tabloides que terminaron por acentuar todo tipo de mitos entorno a su vida personal.

Totalitarismo espectral: el rey que no abdica ni después de muerto

¿Cómo es posible que aún después de muerto siga manteniendo integro su trono de monarca del pop? Para el año 1995, cuando lanzó su disco de recopilaciones History, el fenómeno Jackson comenzó a sentir los primeros indicios de que la maquinaria comenzaba a flaquear, culpa de los escándalos que salieron a flote en su contra.

El cantante -consciente de su condición del rey del pop- sacó provecho de su título al lanzar un disparatado video promocional en dónde podíamos ver un régimen militar comandado por el mismo Jackson que avanzaba álgidamente por las calles de un país que simula al telón de hierro, mientras cientos de fans enloquecían por su presencia.

El extraño material visual daba cátedra de que, dentro de la fantasía del artista, la estética de un comunismo militarizado podía congeniar tranquilamente con el capitalismo pop impuesto por él, además de sentenciar que no había nada irónico en la propuesta. El autoritarismo de Jackson por sostener su régimen de rey del pop, hace que el culto a la personalidad de ciertos referentes políticos del marxismo sea absurdo -si comparamos con su megalomanía a lo ancho de este videoclip- además de preguntarnos: ¿era necesario invertir en estatuas gigantes de él mismo para justificar su grandeza?

El lanzamiento de un exitoso disco póstumo y su presencia holografíca en la presentación de los Billboard 2014 -dónde se estableció a Jackson como ente posthumano- e incluso la controversia generada por el documental Leaving Neverland –que devolvió el morbo por saber si realmente los abusos infantiles que rodearon su carrera eran realmente verídicos- logran demostrar la injerencia que sigue teniendo la figura de Michael Jackson dentro del mercado como producto fantasma y bajo el recurso nietzscheano de estar “más allá del bien y el mal ”; quizás porque no existen fenómenos que puedan competir contra la herencia del cantante y por el carácter efímero que nos genera actualmente Internet en la cultura pop.

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