Una tormenta llamada Nü metal

Corría la última parte de los años ’90. El siglo XX se terminaba. Empezaba el tercer milenio. MTV y MuchMusic eran los formadores del gusto musical de los jóvenes. Mientras tanto, el grunge progresivamente iba perdiendo el enojo que lo caracterizaba, adoptando características más comerciales melódicas, la popularidad del rap como cultura y como sonido estaba allá arriba, y la música electrónica empezaba a llamar la atención de la gente.

De una mezcla rara entre el rap, el rock pesado y la electrónica nacía el metal. Una corriente que al mismo tiempo era una tribu urbana, medio complicada de describir musicalmente: riffs pesados, líneas de bajo duras, rimas hiphoperas, scratchs y letras antisistema que vomitaban cuestiones sociales y personales, aunque a veces también eran bastante banales. Por más de que hoy sea renegado por sus propios intérpretes y la gran mayoría de los fans que lo miran como un pasado oscuro, para los que vivimos nuestra infancia y adolescencia durante fin de siglo esto representó algo más que solo la música que estaba de moda en la época.

Fue una expresión rabiosa del sentimiento de una generación criada con costumbres conservadoras que empezaban a ser obsoletas y que percibía, como nunca antes, un futuro incierto. Como un adolescente, tenía una ensalada mental y una crisis de identidad importante, acentuada por el inminente nuevo milenio, las amenazas de fin del mundo y descalabro informático, y todas las dudas que se generaban ante un hecho que nadie, ni en lo más profundo de nuestro árbol genealógico, había vivido.

Lo único que estaba bien claro es que no les calentaba absolutamente nada y estaban muy, muy enojados.

Korn fue la banda fundadora del nü metal como estilo. Con sus discos Korn, Life Is Peachy y Follow The Leader, inspiró a otros grupos que fueron apareciendo, incorporando algunos detalles que los diferenciaban a unos de otros. Limp Bizkit, Papa Roach, Linkin Park, P.O.D, System of a Down, Slipknot y algunos más hicieron que toda una generación headbanguee con los auriculares de sus discmans puestos.

La estética no era precisamente el fuerte del nü metal (?)

La estética… bueno, mejor dejarlo ahí. Viéndolo a la distancia, es bastante naive pensar que algo visualmente decente podría salir de esa mezcla de estilos. De todas las pintas que caracterizaron a las corrientes musicales de cada década, quizá esta sea la más olvidable de todas.

Toda esa rabia musical desatada —y a veces incentivada por sus propias figuras— tuvo sus repercusiones negativas. En algunos festivales los pogos lamentablemente terminaron en un descontrol total, en los que hubo destrucción y hasta casos de violación y muertes por aplastamiento. Esto le dio al nü metal una imagen negativa de la que nunca más se pudo desprender.

Limp Bizkit en Woodstock ’99. Durante el pogo de Break Stuff el público literalmente destruyó el lugar y se reportaron 4 violaciones.

Para mediados de los 2000, la popularidad del género se fue a pique. Varias de sus bandas icónicas se habían disuelto y otras mutaron en su sonido, tirando hacia diferentes caminos como el metal, el rock alternativo y el grindcore. Como es normal en este tipo de géneros, este periodo de experimentación/lavado de cara para muchos fue tomado como una decepción imperdonable de la que la gran mayoría no se pudo reponer. Y así, la tormenta terminó.

Es cierto que desde mi lugar es cuanto menos difícil analizar objetivamente algo con lo que crecí, disfruté y me sentí identificado. Pero sería justo decir que el poco combustible que le queda ya al nü metal es de origen netamente emocional. Digamos que si hoy, en medio del boom del trap, el k-pop y el indie, apareciera una banda como Papa Roach, es bastante complicado imaginarlos teniendo el éxito masivo que tuvieron a inicios de los 2000.

Si hoy siguen tocando algunas de esas bandas, ya con el achaque de los años encima, la voz reventada, menos pilas y sin tanta rabia contenida que liberar, es porque gente —como yo— no puede —ni quiere— deshacerse de ese apego emocional a los tiempos donde nuestra única preocupación era conseguir embocar el videoclip de Freak On A Leash en MTV.

El videoclip que hizo que pase tardes enteras frente a la tele.

Qué se yo, por ahí decir que el nü metal está muerto es muy duro. Por ahí vuelve a resurgir en un tiempo no muy lejano, como lo vienen haciendo sostenidamente cosas de antes como el vinilo, la fotografía analógica y los gobiernos de ultraderecha. Andá sabé. Si llega a pasar, siéntanse libres de contestar este artículo con memes de escuché cerrarse un orto o echármelo en cara en el medio de un pogo de un concierto de Limp Bizkit.

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